viernes, 30 de mayo de 2008

Cuando Iron Maiden pasó por Uruguay

Iron Maiden se presentó por primera y única vez en este país el 28 de julio de 1992. En Rock de Primera, suplemento del diario Últimas Noticias de aquella época, se publicó una amplia cobertura en la edición Nº 159 del suplemento, cuya fecha es el 5 de agosto de 1992.


Publico en este post el setlist, la entrada y el pase libre al backstage de aquella noche inolvidable para las apróximadamente 5000 personas que estuvimos. Haciendo click en las imágenes podrás verlas en tamaño real.


Setlist de aquella noche:

Be Quick or Be Dead
The Number of the Beast
Wrathchild
From Here to Eternity
Can I Play with Madness
Wasting Love
Tailgunner
The Evil that Men Do
Afraid to Shoot Strangers
Fear of the Dark
Bring your Daughter to the Slaughter
The Clairvoyant
Heaven Can Wait
Run to the Hills
2 Minutes to Midnight
Iron Maiden
Hallowed be thy Name
The Trooper
Sanctuary
Running Free


Esta es la crítica del show de Iron Maiden que salió en el diario "El Observador" en el suplemento "El Observador ilustrado" del 7 de agosto de 1992. Agradecemos la gentileza a Closmu que la publicó anteriormente en el foro de El Lado Oscuro.

Alejandro Espina, autor de la nota y juez de los premios Grafitti, no fue muy benévolo con Iron Maiden. A pesar de que demostró poco conocimiento del heavy metal en general y también sobre la banda criticada, se atrevió a dudar de la calidad de músicos y de la vigencia del heavy a nivel mundial. ¿Que dirá 16 años después con Maiden todavía vivo y de buena salud cuando él firmaba su acta de defunción en 1992?. El artículo de Espina:

El Heavy Metal está en Liquidación: IRON MAIDEN

Siempre existieron grupos de rock que fueron escuchados a volumen tan alto como el potenciómetro del equipo de audio podía indicar. En los sesenta fueron Steppenwolf, Cream y por supuesto Jimmy Hendrix.

Música con melodía pero no muy armónica donde destacaba el sonido de la guitarra por encima de una base rítmica que sonaba como una división Panzer. En esos días se le llamaba hard-rock.
Años después llegaron Led Zeppelin, Deep Purple y con Black Sabbath a mediados de los setenta.

Comienza a utilizarse el término heavy-metal, pero recién a principios de los ochenta toma cuerpo con el nacimiento de bandas como AC/DC o Motorhead. Grupos que aceleran y hacen más agresivo el ritmo del hard.

El heavy-metal se convierte en un verdadero fenómeno, sus bandas venden discos hasta llegar al platino, y lo que comenzó como una corriente under-ground se transforma en un gran negocio creado por las compañías discográficas.

Así, nacieron grupos metaleros en serie, todos iguales, formando parte de un merchandising que incluía muñequeras negras, crucifijos, imágenes diabólicas y otras chucherías metaleras, pero sin ningún valor artístico como sí lo hubo en el hard-rock.

Y la moda -como todas- rápidamente se apaga y estas bandas, en período de extinción, han decidido venir a morir por estas tierras trayendo su extravagancia totalmente previsible.

Eso fue lo que mostró Iron Maiden en su actuación del pasado 28 de julio en la estación de AFE en un concierto para el mejor de los olvidos.

Un insufrible viaje a través de toda su discografía valió para constatar la poca vigencia y valor de la música que han compuesto estos británicos de taberna. Iron Maiden murió con las botas puestas: por no tener recursos.

Aqui no se encuentra rigor creativo, ni arreglos musicales que merezcan ser destacados en una crónica. La amplificación que utiliza suena con un alto volumen, pero ésta astucia auditiva resulta ser solamente un ejercicio gimnástico sin sentimiento ni energía.

Su propuesta se apoya exclusivamente en una puesta escenográfica que ya está más que vista: músicos (?) corriendo de un lado para el otra del escenario, alguna que otra mala palabra dirigida hacia algún espectador desubicado y una actitud agresiva, gratuita, de ceño fruncido que ya no tiene ningún sentido.

Show anacrónico y patético por la ausencia de ideas; una propuesta carente de contenido y sin ningún alcance transgresivo.

Alejandro Espina

(por su valor testimonial, rescaté este post de un viejo blog ya cerrado)

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